domingo, 28 de septiembre de 2014

Un buen motivo para el fracaso

Los defectos. Los defectos son los que hacen a una persona ser quien es. Da igual la cantidad de cosas que hagas bien, tan sólo te recordarán por aquello que tan mal se te dio toda la vida y que nunca supiste cambiar. Nuestro comportamiento es así. Nos impide ver con claridad. Preferimos centrarnos en nuestros defectos que darnos cuenta de nuestras virtudes. Un tanto masoquista. Nos pasamos una vida entera sufriendo porque no conseguimos eliminar nuestros defectos, mientras que las virtudes siguen ahí y las ignoramos completamente. Y, aún sabiéndolo, seguimos obcecados. El fracaso continuo nos pone. Nos da una razón para continuar. No pararemos hasta tener éxito.

Pues no, pienso cambiar eso. Llega un momento en que tantos fracasos son tan sólo eso, fracasos. Da pereza continuar. Para mi ese momento ha llegado. Es la primera vez que desisto en algo. De hecho, es algo que va en contra de mis principios. Supongo que eso es lo que llaman cambiar, eso que me había prometido que jamás haría. Pero no. Hay situaciones que te fuerzan a cambiar, eso tan sólo eran las promesas de un adolescente disfrazado de niño. Lleno de vitalidad. Lleno de éxitos. Supongo que a esto otro lo llaman madurar. O quizá tan sólo me esté comportando como un niño dentro del cuerpo de un joven que cree saberlo todo y en verdad no entiende ni la mitad de lo que cree saber. Esa clase de niño que sino consigue algo se enrabieta y a otra cosa. Quien sabe ... Aún así, en mi fuero interno, sé que he fracasado estrepitosamente en algo. Y que ha llegado el momento del cambio. Sé donde residen mis virtudes. Y ahí es donde me voy a esconder hasta que encuentre algún buen motivo para fracasar de nuevo. Siempre hay buenos motivos para fracasar. Y pienso encontrarlos.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Mayoría

Que sí, que dirán lo que quieran, que uno se hace así mismo, que cada cual es como quiere ser. Y una mierda. Cada cual es como le diseñan. Estamos programados para hacer lo que la mayoría. Y, por mayoría, no me refiero a la típica mayoría. Me refiero a nuestra mayoría. A la mayoría que tu mismo has ido seleccionando. A la mayoría que ha decidido que formes parte de ella. A la mayoría que me refiero es a los que de verdad importan. A los que de verdad te importan. Y yo no puedo quejarme, mi mayoría es mejor que cualquiera. No tengo problema en decirlo, la falsa humildad no va conmigo. Mi mayoría me define. Ellos son los que me crean. Ellos son lo que necesito, los que me necesitan. Por eso soy así. Tengo la mejor mayoría. Os jodéis.